Ruta del Perezoso
Caribe colombiano
La Madrina de los Micos
Como cada día, Ana María amanece temprano en su cabaña de madera y techo de iraca situada en la zona de amortiguamiento de la Reserva Natural El Bembé. La licuadora alimentada con energía solar prepara un jugo natural mientras una pequeña cafetera italiana burbujea con el café recién hecho. Según el calendario lunar, hoy toca segar y semillar, labores que es posible desarrolle incluso antes de desayunar tras tomarse el café. Aquí, en El Bembé, no hay prisa pero tampoco descanso. El mantenimiento de las cabañas, la agricultura ecológica y el procesado de los productos naturales ocupan gran parte del tiempo. La piña real, el jengibre y la cúrcuma, el borojó, los limones y el ñame son, entre otros, productos extraídos con cariño de la tierra y procesados en secadores solares antes de ser preparados y envasados.
Más allá de la zona de cultivo, se extiende el terreno de conservación de El Bembé, 43 hectáreas de bosque secundario que llevan 12 años siendo preservados, en conjunción con otras reservas de la sociedad civil con las que conviven en la Serranía de Tripogadí, ubicada en la región del Darién, segundo lugar con mayor biodiversidad en Colombia tras el Amazonas. Este corredor, con una inmensa área de bosque húmedo tropical, representa la frontera con Panamá separando el Océano Atlántico del Pacífico. Hace años se planteó desde UNGANDI, en colaboración con distintas entidades internacionales, la creación de corredores biológicos para la conservación del bosque primario dada la importancia ecológica de la región. A día de hoy la gestión de estos corredores es nula, y el área se conserva gracias a su complicada orografía y las labores de las reservas naturales de la sociedad civil presentes en el Darién. En estos bosques abundan perezosos, serpientes, anfibios, insectos, y gran cantidad de monos, habiendo tití, tití cariblanco y mono aullador. Desde la cabaña es fácil verlos pasearse entre los árboles, acercándose a curiosear o buscando algo de plátano maduro.
Originaria del Eje Cafetero, Ana llegó hace 10 años a la bahía de Triganá, tras trabajar como pedagoga en un pueblo chocoano. Con el paso del tiempo, nació una alianza con una serie de socios que fueron adquiriendo terrenos para la conservación del ecosistema, a la par que alrededor se iban formando otra serie de reservas con las que establecieron una estrecha relación. Se articulan como la asociación red regional de reservas naturales de la sociedad civil del Darién Caribe Colombiano (UNGANDI), pero además son un grupo de buenos amigos que se unieron para proteger el corredor del Chocó Biogeográfico. Su trabajo con las comunidades locales ha permitido la entrada de programas de reciclaje de plásticos y la generación de empleo regular, además de atraer un turismo responsable a la región.
Al caer la oscuridad, una hoguera de cáscaras de coco prende en un lado de la cabaña para espantar a los mosquitos. La vida en la selva no es fácil, pero los socios de El Bembé la han hecho sencilla y han aprendido a convivir con la Naturaleza.
